Diario de bitácora:
San Rafael, ferst dey, julio 18 de 2012
En tren de difundir o charlar sobre
astronomía, hice unas notas tituladas El preferido de… dónde un amigo o
aficionado al cielo propone su objeto preferido, luego le escribo una reseña
sencilla, presentando a mi conocido y alguna característica del astro. Me
entusiasma la tarea y voy a seguir con ella, tengo más de un preferido en
gateras.
Entre tanto jaleo zonal, surgió el encuentro de San Rafael en la luna de julio. Sergio Eguivar,
Miguel Castañar, Rodolfo Ferraiuolo y yo nos dimos cita bajo esas luces
Huarpes. Iba a llegarse un vago de Mendoza, pero por alguna razón dio ausente.
El miércoles 18 arribé con quéchatitache, mi increíble
Kangoo 1.6 16 válvulas. Arriba Mimoni y el Ojo de japeto, el Meade LB, de 16
morlacos de cacerola (qué fea palabra: qfp de ahora en más). Qué curioso, hay que echarle una moneda a ese número, el
16, amigos.
El mismo miércoles, nomás meter el auto bajo la media
sombra del garaje, se apersona don Aldo, el titular de Cabañas Aldo, ávido de
meter ojo a Tuboro, el solarmax 40. Es claro que no iba a correr 830 km con solo un teles en
las ancas; llevaba también a mi fiel achealfa, a Lumbricita, el pequeño refra
70900 y a mis increíbles binoculares Meade 9x63, con los cuales destapas cúmulos
a lo pavote. Nomás lo inclinas para arriba y ya te dice, ey, M22, o ey M80, o
ey, NGC nosécuántos.
La cosa es que don Aldo sabía que llevaba esa merca arriba
y quería meter ojo el primero, a sabiendas que quizá yo desapareciera en próximas
noches bajo los trazos del cielo, cerca de la Atómica. Es que el mismísimo
San Rafael padece del mal argentino por antonomasia: la polución lumínica,
impulsada por el pensamiento de la baja o alta clase media, esa que cree que
tiene tanto para cuidar que no puede vivir sin una halógena en el patio, en el
mejor de los casos.
Estaciono la kangoo, mientras dejo a Moni que
desentumezca los músculos al bajar todos los bolsos y los bártulos que
llevábamos. Mi amabilidad para con ella me permite armar en un tris la EQ 5 dual axis, a la cual le
zampo Tuboro con un increíble ocus Meade HD de 60º y 18mm de focalita, lo cual
es un lujo pocas o ninguna vez visto, según creo.
Don Aldo desconfía y dice,
¿No voy a quedar mas ciego de lo que soy?
¡Maula! Debo mirar primero para que el tipo se quede
tranqui y meta el ojo. ¡Íjole! Ve el sol con más chorros que todos los bajos
pobres de San Rafael (según piensan allá) y sale disparado a buscar a su hija,
la cual ya venía con mantas y toallas limpias para los nuevos inquilinos,
Mimoni y yo, Sagitario blues. La piba mete el ojo y disfruta nomás del sol a
través de mis etalonitos dentro del dorado hoyo del Solarmax Coronado de 40mm
de cacerola (qfp). En realidad, don helios se ha pasado y muestra actividad en
todo el perímetro. Las luengas de juego se rredaman por doquier y la oservación
es un luxo, como ya dije. Don Aldo y su hija miran por vez primera y por tanto
ignoran el privilegio. Esto es algo que muchas veces pienso: he comprado
siempre los mejores y más caros equipos y se los doy a las pupilas más alejadas
de la materia, con lo cual rara vez valoran en justo precio aquello que tienen
allí debajo, o allá arriba pero recompuesto en imagen dentro del ocular.
Apenas desensillo le mando unas señas al resto de los
vaqueros y todos contestan rápido menos don Sergio, quién está en Las Leñas, con
Silvina y sus hermosos hijos. Sergio, Silvina, permítanme, tienen unos hijos
maravillosos y muy independientes, son ustedes bendecidos de Dios.
La tarde aquí y allá nos lleva derecho a la noche.
Mimoni tiene un cumpleaños y le caigo al Migue por el negocio con que hace la
pala con plata y encima a poner la cara. Me recibe con su inefable bonomía.
Migue es comparable a Sergio bais, o a Daniel Fontano, los tres transmiten
mucho con solo una mirada. Sé que todos mis amigos son luminosos, por fuera y
dentro, pero unos tienen un don y otros, otro. Así es la vida. Migue te mira y
ya te sientes en casa. Si además alarga un amargo la cosa marcha sobre rieles, has dado con tu hermano
y puedes dormir sin frazada, como dijo Balá. Ahí nomás arreglamos el jaleo para
la tarde. Nos juntamos primero con el solar, asisten Rodo y don Suegrodelmigue,
el feliz papá de Lis.
Lis es mujer de la que no voy a hablar por varias
razones. Primero porque es mujer de mi amigo, segundo porque es hermosa,
tercero porque es amable, cuarto porque tiene dos hijos increíbles -de verdad,
increíbles-, quinto porque ama a su hombre y lo ves a diez mil kilómetros, cómo
lo trata y cómo lo mima, sexto porque si sigo me la paso hablando de ella y
bien sé que lee por ahí mis notas y va a decir que soy un picudo, como dicen en
San Rafael.
Como llegué a la casa del Migue medio tarde, me mandé
con el Tuboro a su habitación del cielo, en planta alta. De allí una ventana da
al oeste y sacamos los glases para que el Hα le pegue derechito al sun.
Observamos hasta que el pícaro se esconde tras los árboles altos y flexibles de
la zona, no sin que el mismo nos regale unas vistas en sombras muy bellas.
Llega el Rodo, dije y tramamos un encuentro para esa
misma noche en que Moni se fue al cumple. Les digo:
Chochamus, estoy más solo que Moyano en el día de la Lealtad , vamos a mi cabaña
en lo de Aldo, le damos duro al cielo y nos comemos unas pizas¡¡¡¡
Dale, gritan, y Migue dice:
Yo compro las pizas y caigo con todo en una hora (eran
las 1930). Le grito, casi ofendido:
¡Migue, las pizas las amaso yo!
Lis sale con su Renault 12 green y sus hijos en busca
de un super donde proveerse las vituallas. Antes de salir dice:
Seguro Sergio ¿Querés amasar? Mirá que vos venís del
viaje…
Por favor… le digo.
Con Migue y el Rodo desenvainamos las lenguas y le
damos duro a la charla. Migue se para y pone un cedé en su equipo, Miles Davis comienza
con fuerza su So waht? Y casi me caigo de espaldas. Es el álbum Kind of Blue,
grabado en vivo, son todas improvisaciones de esos monstruos. De más está que
aclare que mi viejo era loco del jazz. Un año antes de su viaje le regalé en
cedé esa joya que es el recital en el Carneggie Hall, grabado en vivo, con los ruidos
de las púas de los viejos discos de pasta y todo. Miles no era su preferido
pero a mí me gusta mucho. Mientras las palabras acariciaban nuestras almas me
dejaba llevar por esas notas urdidas en la nada.
A las ocho y cuarenta seguimos hablando de brolis y
pelis y astros cuando suena mi celu. Es Moni, me pide que pase a buscarla, que
ya se acabó el cumple. Chizas, pienso, et alors?? Aún demoro unos cuantos temas
en salir a por ella en la certeza que de allí a las cabañas. Hace una hora
hablamos con Sergio Eguivar y él también viene. Nos encontraremos todos en lo
de Aldo sobre las nine o`clok. Paso a buscar a Moni y sube exhausta. Sé que
nada desea más que tirarse a la cama y dormir, dormir un día entero, si fuera
posible. Le digo:
Vienen todos a casa, voy a cocinar unas pizas y vamos
a observar.
Pizas, dice o pregunta, con un tono tan cálido como el
de un pirata que salta al abordaje.
Sí, farfullo, las amaso yo…
Las qué qué?, cuasi exclama.
Las amaso, confirmo y ella:
……………………………
En la casa enciendo la estufa y coloco la chata de
espaldas, para bajar el ojo detrás del rancho y quedar a oscuras del patio del
complejo. El cielo es bueno al norte y al oeste y pobre al este. El sur lidia
con una seguridad vecina pero se las arregla bastante con su Rigil y su Crux.
Arriba resplandece el escorpión y ya se me hace agua la boca por mi tocayo, el
sagitario.
Al rato llegan Migue, Lis, Martín y Ana. Veo que Lis
baja con una bolsa de pertrechos: harina,
tomates, cebollas, quesos, ajos… le digo al Migue:
¿Qué hacés, loco? ¿Traés pizas para amasar a esta
hora? ¿Por qué no compraste hechas?
Migue, que es un sol, me dice:
Dejalo, vamos a comprar sánguches.
Es un genio el tipo. Ni se mosquea por nada. Me largo
a reír y enderezamos para atrás a por el telescopio que debemos armar. El Ojo
es cosa de cuidado aunque se arma en segundos.
Caen el Rodo y el Sergio porteño, muerto por el viaje
a las Leñas. Entre todos damos con la tarea, claro que mediante el Plano
inclinado la cosa se acelera. El Plano inclinado es una tabla de una mesa que
quemé al cargar una batería. La mesa era de Moni y debí comprarla nueva. Pagué
por ella unos cien morlacos hace como tres años y le pido al Migue un
doscientos por el. Entiendan que el Ojo se lo quedan el Migue y el Rodo, y que por
eso tenía esperanzas de ganarme unos violeta con el Plano. Pero por ahora dice no
lo quiere. No pierdo las esperanzas.
Armada la bestia confirmamos con una estrella que no
hay que colimar. Aún guarda el aliño que le hiciera Dani Fontano en La Estrella , un mes atrás.
Arrancamos con esto y lo otro y cae don Aldo. El frío
es machazo y todos estamos hasta las cejas de abrigo. Don Aldo también, pero
llega y espera un rato pues demoramos. Nosotros hablamos entretenidos pero no
sé si él entendiera el argot. Yo iba y venía pues controlaba la salsa en el
fuego, las pizas amasadas en el horno, el ánimo de Mimoni y las ansias de los
chicos por ver alguna cosa en el tv sin cable. Entre paseo y paseo ojeaba
alguna página de los Principia de Newton que estoy leyendo a ver si entiendo
del todo a Kepler.
Sergio y Rodo allá afuera junto al Ojo de japeto iban en
la proa dirigiendo el rumbo. Los ocus: un Gold Park de 40mm, comprado al Lord
of the eyepieces; un 18mm HD, comprado al Roger, y un Nagler de 11mm, propiedad
del Rodin.
La cosa es que cuando por fin estamos mirando todos,
tenemos al arquero arriba. M22 es buen objeto, muchas veces lo observo con mis
equipos, pero es un cúmulo algo apagado, no dice mucho a primera instancia. El
Rodo irgue el Ojo y lo emboca de una. Mira y pasa. Miro y mira el Migue. Allá
arriba, esa basura apenas se muestra. Hay nubes o cirros y además alguna luz
aún está prendida en el parque. Mira Sergio y no debe de haber visto una goma
(Sergio usa lentes gruesos). Por fin es el turno del nuevo, don Aldo, quién
hace una hora que está ahí parado, cagado de frío restregándose las manos.
El Ojo es alto, muy alto, muchos necesitan erguirse en
puntas de pie cuando apuntan al cenit e incluso uno de nosotros ha sacado una
silla, para pararse arriba.
Aldo se encarama, mete mal el ojo y con los lentes
puestos le exige un ayreliev de medio metro, al menos. Baja y dice: Bueno, amigos, ya cumplí, ya vi lo que
quería ver, me voy adentro, muy bueno, eh, y sale disparado como si lo corrieran
cien cacos de la zona. Dejó humito atrás, como en los dibujitos, como hacía el
correcaminos. Así salió el loco. Más rápido que la luz y ya estaba adentro, al
lado de la vieja y la salamandra, calentándose los pies junto al fuego. Uff.
Nosotros nos miramos, estallamos en una risotada. El Rodo me dice,
Sergio, andá y escribite El preferido del Aldo.
De verdad, nos reímos un buen rato.
La noche rodó con el Rodo y todos contentos de
observar por semejante equipazo. Sentados a la mesa hablamos de equipos, de
fotos, de cosas vagas o ciertas por más de dos horas. Yo miraba a mis amigos reír
y hablar como si afuera no hubiese noche, o como si esa noche no tuviera
estrellas, o como si esas estrellas no tuvieran acá abajo un dobson de 40 centímetros de…qfp
para darles duro.
En fin, miraba a mis amigos mientras ellos despachaban
las pizas y hablaban sin apuro.
Mucho después, Migue me dirá que disfruta las charlas.
Yo también. Todos lo hicimos y de algún modo hubo comunión en ese instante.
Luego fuimos otra vez a ese nefroscopio (puedes ver el
cielo en ese espejo, apenas te asomas a él) y seguimos hasta las tres. Entre
tanto objeto deshojamos la
Trífida y le embocamos un deseo a la nebulosa de la
Lyra. Los patos salvajes me dejaron exhausto
y en verdad uno no sabía para dónde mirar.
Me acosté. Dormí tres horas. A las seis me levanté a
tirarle a Júpiter y Venus alineado con Alde. Con la estrella Alde, Aldebrán.
Aldo dormía.
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