Qué es proyecto sagitario?

Cursos de Iniciación a la astronomía.

Didáctica astronómica. Talleres de Ciencia.

Charlas, cursos, campamentos, observaciones grupales.

miércoles, 25 de julio de 2012

Aldo, el Huidizo

Diario de bitácora:
San Rafael, ferst dey, julio 18 de 2012

         En tren de difundir o charlar sobre astronomía, hice unas notas tituladas El preferido de… dónde un amigo o aficionado al cielo propone su objeto preferido, luego le escribo una reseña sencilla, presentando a mi conocido y alguna característica del astro. Me entusiasma la tarea y voy a seguir con ella, tengo más de un preferido en gateras.
Entre tanto jaleo zonal, surgió el encuentro de  San Rafael en la luna de julio. Sergio Eguivar, Miguel Castañar, Rodolfo Ferraiuolo y yo nos dimos cita bajo esas luces Huarpes. Iba a llegarse un vago de Mendoza, pero por alguna razón dio ausente.
El miércoles 18 arribé con quéchatitache, mi increíble Kangoo 1.6 16 válvulas. Arriba Mimoni y el Ojo de japeto, el Meade LB, de 16 morlacos de cacerola (qué fea palabra: qfp de ahora en más). Qué curioso, hay que echarle una moneda a ese número, el 16, amigos.
El mismo miércoles, nomás meter el auto bajo la media sombra del garaje, se apersona don Aldo, el titular de Cabañas Aldo, ávido de meter ojo a Tuboro, el solarmax 40. Es claro que no iba a correr 830 km con solo un teles en las ancas; llevaba también a mi fiel achealfa, a Lumbricita, el pequeño refra 70900 y a mis increíbles binoculares Meade 9x63, con los cuales destapas cúmulos a lo pavote. Nomás lo inclinas para arriba y ya te dice, ey, M22, o ey M80, o ey, NGC nosécuántos.
La cosa es que don Aldo sabía que llevaba esa merca arriba y quería meter ojo el primero, a sabiendas que quizá yo desapareciera en próximas noches bajo los trazos del cielo, cerca de la Atómica. Es que el mismísimo San Rafael padece del mal argentino por antonomasia: la polución lumínica, impulsada por el pensamiento de la baja o alta clase media, esa que cree que tiene tanto para cuidar que no puede vivir sin una halógena en el patio, en el mejor de los casos.
Estaciono la kangoo, mientras dejo a Moni que desentumezca los músculos al bajar todos los bolsos y los bártulos que llevábamos. Mi amabilidad para con ella me permite armar en un tris la EQ5 dual axis, a la cual le zampo Tuboro con un increíble ocus Meade HD de 60º y 18mm de focalita, lo cual es un lujo pocas o ninguna vez visto, según creo.
Don Aldo desconfía y dice,
¿No voy a quedar mas ciego de lo que soy?
¡Maula! Debo mirar primero para que el tipo se quede tranqui y meta el ojo. ¡Íjole! Ve el sol con más chorros que todos los bajos pobres de San Rafael (según piensan allá) y sale disparado a buscar a su hija, la cual ya venía con mantas y toallas limpias para los nuevos inquilinos, Mimoni y yo, Sagitario blues. La piba mete el ojo y disfruta nomás del sol a través de mis etalonitos dentro del dorado hoyo del Solarmax Coronado de 40mm de cacerola (qfp). En realidad, don helios se ha pasado y muestra actividad en todo el perímetro. Las luengas de juego se rredaman por doquier y la oservación es un luxo, como ya dije. Don Aldo y su hija miran por vez primera y por tanto ignoran el privilegio. Esto es algo que muchas veces pienso: he comprado siempre los mejores y más caros equipos y se los doy a las pupilas más alejadas de la materia, con lo cual rara vez valoran en justo precio aquello que tienen allí debajo, o allá arriba pero recompuesto en imagen dentro del ocular.

Apenas desensillo le mando unas señas al resto de los vaqueros y todos contestan rápido menos don Sergio, quién está en Las Leñas, con Silvina y sus hermosos hijos. Sergio, Silvina, permítanme, tienen unos hijos maravillosos y muy independientes, son ustedes bendecidos de Dios.

La tarde aquí y allá nos lleva derecho a la noche. Mimoni tiene un cumpleaños y le caigo al Migue por el negocio con que hace la pala con plata y encima a poner la cara. Me recibe con su inefable bonomía. Migue es comparable a Sergio bais, o a Daniel Fontano, los tres transmiten mucho con solo una mirada. Sé que todos mis amigos son luminosos, por fuera y dentro, pero unos tienen un don y otros, otro. Así es la vida. Migue te mira y ya te sientes en casa. Si además alarga un amargo la cosa  marcha sobre rieles, has dado con tu hermano y puedes dormir sin frazada, como dijo Balá. Ahí nomás arreglamos el jaleo para la tarde. Nos juntamos primero con el solar, asisten Rodo y don Suegrodelmigue, el feliz papá de Lis.
Lis es mujer de la que no voy a hablar por varias razones. Primero porque es mujer de mi amigo, segundo porque es hermosa, tercero porque es amable, cuarto porque tiene dos hijos increíbles -de verdad, increíbles-, quinto porque ama a su hombre y lo ves a diez mil kilómetros, cómo lo trata y cómo lo mima, sexto porque si sigo me la paso hablando de ella y bien sé que lee por ahí mis notas y va a decir que soy un picudo, como dicen en San Rafael.
Como llegué a la casa del Migue medio tarde, me mandé con el Tuboro a su habitación del cielo, en planta alta. De allí una ventana da al oeste y sacamos los glases para que el Hα le pegue derechito al sun. Observamos hasta que el pícaro se esconde tras los árboles altos y flexibles de la zona, no sin que el mismo nos regale unas vistas en sombras muy bellas.
Llega el Rodo, dije y tramamos un encuentro para esa misma noche en que Moni se fue al cumple. Les digo:
Chochamus, estoy más solo que Moyano en el día de la Lealtad, vamos a mi cabaña en lo de Aldo, le damos duro al cielo y nos comemos unas pizas¡¡¡¡
Dale, gritan, y Migue dice:
Yo compro las pizas y caigo con todo en una hora (eran las 1930). Le grito, casi ofendido:
¡Migue, las pizas las amaso yo!
Lis sale con su Renault 12 green y sus hijos en busca de un super donde proveerse las vituallas. Antes de salir dice:
Seguro Sergio ¿Querés amasar? Mirá que vos venís del viaje…
Por favor… le digo.

Con Migue y el Rodo desenvainamos las lenguas y le damos duro a la charla. Migue se para y pone un cedé en su equipo, Miles Davis comienza con fuerza su So waht? Y casi me caigo de espaldas. Es el álbum Kind of Blue, grabado en vivo, son todas improvisaciones de esos monstruos. De más está que aclare que mi viejo era loco del jazz. Un año antes de su viaje le regalé en cedé esa joya que es el recital en el Carneggie Hall, grabado en vivo, con los ruidos de las púas de los viejos discos de pasta y todo. Miles no era su preferido pero a mí me gusta mucho. Mientras las palabras acariciaban nuestras almas me dejaba llevar por esas notas urdidas en la nada.
A las ocho y cuarenta seguimos hablando de brolis y pelis y astros cuando suena mi celu. Es Moni, me pide que pase a buscarla, que ya se acabó el cumple. Chizas, pienso, et alors?? Aún demoro unos cuantos temas en salir a por ella en la certeza que de allí a las cabañas. Hace una hora hablamos con Sergio Eguivar y él también viene. Nos encontraremos todos en lo de Aldo sobre las nine o`clok. Paso a buscar a Moni y sube exhausta. Sé que nada desea más que tirarse a la cama y dormir, dormir un día entero, si fuera posible. Le digo:
Vienen todos a casa, voy a cocinar unas pizas y vamos a observar.
Pizas, dice o pregunta, con un tono tan cálido como el de un pirata que salta al abordaje.
Sí, farfullo, las amaso yo…
Las qué qué?, cuasi exclama.
Las amaso, confirmo y ella:
……………………………

En la casa enciendo la estufa y coloco la chata de espaldas, para bajar el ojo detrás del rancho y quedar a oscuras del patio del complejo. El cielo es bueno al norte y al oeste y pobre al este. El sur lidia con una seguridad vecina pero se las arregla bastante con su Rigil y su Crux. Arriba resplandece el escorpión y ya se me hace agua la boca por mi tocayo, el sagitario.
Al rato llegan Migue, Lis, Martín y Ana. Veo que Lis baja con una bolsa de  pertrechos: harina, tomates, cebollas, quesos, ajos… le digo al Migue:
¿Qué hacés, loco? ¿Traés pizas para amasar a esta hora? ¿Por qué no compraste hechas?
Migue, que es un sol, me dice:
Dejalo, vamos a comprar sánguches.
Es un genio el tipo. Ni se mosquea por nada. Me largo a reír y enderezamos para atrás a por el telescopio que debemos armar. El Ojo es cosa de cuidado aunque se arma en segundos.
Caen el Rodo y el Sergio porteño, muerto por el viaje a las Leñas. Entre todos damos con la tarea, claro que mediante el Plano inclinado la cosa se acelera. El Plano inclinado es una tabla de una mesa que quemé al cargar una batería. La mesa era de Moni y debí comprarla nueva. Pagué por ella unos cien morlacos hace como tres años y le pido al Migue un doscientos por el. Entiendan que el Ojo se lo quedan el Migue y el Rodo, y que por eso tenía esperanzas de ganarme unos violeta con el Plano. Pero por ahora dice no lo quiere. No pierdo las esperanzas.

Armada la bestia confirmamos con una estrella que no hay que colimar. Aún guarda el aliño que le hiciera Dani Fontano en La Estrella, un mes atrás.
Arrancamos con esto y lo otro y cae don Aldo. El frío es machazo y todos estamos hasta las cejas de abrigo. Don Aldo también, pero llega y espera un rato pues demoramos. Nosotros hablamos entretenidos pero no sé si él entendiera el argot. Yo iba y venía pues controlaba la salsa en el fuego, las pizas amasadas en el horno, el ánimo de Mimoni y las ansias de los chicos por ver alguna cosa en el tv sin cable. Entre paseo y paseo ojeaba alguna página de los Principia de Newton que estoy leyendo a ver si entiendo del todo a Kepler.
Sergio y Rodo allá afuera junto al Ojo de japeto iban en la proa dirigiendo el rumbo. Los ocus: un Gold Park de 40mm, comprado al Lord of the eyepieces; un 18mm HD, comprado al Roger, y un Nagler de 11mm, propiedad del Rodin.
La cosa es que cuando por fin estamos mirando todos, tenemos al arquero arriba. M22 es buen objeto, muchas veces lo observo con mis equipos, pero es un cúmulo algo apagado, no dice mucho a primera instancia. El Rodo irgue el Ojo y lo emboca de una. Mira y pasa. Miro y mira el Migue. Allá arriba, esa basura apenas se muestra. Hay nubes o cirros y además alguna luz aún está prendida en el parque. Mira Sergio y no debe de haber visto una goma (Sergio usa lentes gruesos). Por fin es el turno del nuevo, don Aldo, quién hace una hora que está ahí parado, cagado de frío restregándose las manos.
El Ojo es alto, muy alto, muchos necesitan erguirse en puntas de pie cuando apuntan al cenit e incluso uno de nosotros ha sacado una silla, para pararse arriba.
Aldo se encarama, mete mal el ojo y con los lentes puestos le exige un ayreliev de medio metro, al menos. Baja y dice: Bueno, amigos, ya cumplí, ya vi lo que quería ver, me voy adentro, muy bueno, eh, y sale disparado como si lo corrieran cien cacos de la zona. Dejó humito atrás, como en los dibujitos, como hacía el correcaminos. Así salió el loco. Más rápido que la luz y ya estaba adentro, al lado de la vieja y la salamandra, calentándose los pies junto al fuego. Uff. Nosotros nos miramos, estallamos en una risotada. El Rodo me dice,
Sergio, andá y escribite El preferido del Aldo.

De verdad, nos reímos un buen rato.

La noche rodó con el Rodo y todos contentos de observar por semejante equipazo. Sentados a la mesa hablamos de equipos, de fotos, de cosas vagas o ciertas por más de dos horas. Yo miraba a mis amigos reír y hablar como si afuera no hubiese noche, o como si esa noche no tuviera estrellas, o como si esas estrellas no tuvieran acá abajo un dobson de 40 centímetros de…qfp para darles duro.
En fin, miraba a mis amigos mientras ellos despachaban las pizas y hablaban sin apuro.
Mucho después, Migue me dirá que disfruta las charlas. Yo también. Todos lo hicimos y de algún modo hubo comunión en ese instante.
Luego fuimos otra vez a ese nefroscopio (puedes ver el cielo en ese espejo, apenas te asomas a él) y seguimos hasta las tres. Entre tanto objeto deshojamos la Trífida y le embocamos un deseo a la nebulosa de la Lyra. Los patos salvajes me dejaron exhausto y en verdad uno no sabía para dónde mirar.

Me acosté. Dormí tres horas. A las seis me levanté a tirarle a Júpiter y Venus alineado con Alde. Con la estrella Alde, Aldebrán.
Aldo dormía.

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