Qué es proyecto sagitario?

Cursos de Iniciación a la astronomía.

Didáctica astronómica. Talleres de Ciencia.

Charlas, cursos, campamentos, observaciones grupales.

viernes, 8 de noviembre de 2013

Un Paseito por el Cielo

Un Paseito por el Cielo



Un paseito por el cielo es un proyecto de estudio y produccion sobre Astronomía llevado adelante por las maestras Analía y María Cecilia, responsables del 4º grado de la escuela Fiscal Domingo F Sarmiento, de la localidad santafecina Santa Isabel. Este grupo, formado por directivos, docentes y alumnos, logró que la inventiva y los aprendizajes mutuos plasmaran una muestra magnífica y un Campamento Astronómico como cierre luminoso.
A esta última actividad fui invitado a colaborar con los telescopios y las observaciones diurnas y nocturnas.



La vida de cualquier persona puede ser maravillosa. La mía lo es. Siempre me sorprende la gente con un cariño o deferencia. Cuando entré a la escuela, un edificio sólido y cómodo, fresco, con techos a dos aguas -de seguro una de las escuelas construidas por el peronismo de los 50s- vi adheridos a las paredes unos dibujos de planetas, naves e intrépidos astronautas, sonrientes en su espacio.
Analía me aclaró, Estos dibujos las han hecho los alumnos de 2º y 1º grado. Ellos leyeron tus cuentos, La orilla del Cosmos y Tycho, y luego se abocaron a dibujar.

Me pregunto: ¿Cuántas personas han tenido la suerte de haber aprendido a leer y a articular letras en palabras? ¿Cuántas de estas pocas, han sido libres para poder elegir el camino de sus vidas, como pude hace cuatro años, ya: mi Senda del Choike, pleno de horas y horas de lectura, esfuerzos, inversiones y algunas escrituras? ¿Y cuántas, al fin, de esas escrituras, han sido leídas y disfrutadas lo suficiente como para haber entusiasmado a un niño a querer saber sobre el cielo?


Conozco muchas; en primer lugar, las que han escrito los libros que amo, los que disfruto una y otra vez, y que me han formado como formador; por eso, al ver que mis cuentos han motivado en esos chicos y chicas lo que en mí Bradbury, Hoyle, Saizar -entre tantos- sentí el mayor orgullo y agradecimiento.

Pasado el corredor, aún emocionado, me dirigí a la sala donde daría la charla. ¡Para qué! Nomás entrar, vi en la pared principal la famosa bella frase del poeta de América, el cubano Martí: “Yo he visto en la noche oscura, llover sobre mi cabeza, los rayos de lumbre pura, de la divina belleza…”

Aquí me dije, Vaya, estas mujeres y estos niños han sabido ganarme… Qué fuerte ver todo eso allí, y los restantes trabajos, todos magníficos, hermosos, ¡ciertos y plenos como la luna llena! Me dí la vuelta; las sorpresas no acababan; el cuento Tycho, con las ilustraciones de Ester, nítido sobre esa otra pared.

Los chicos del turno tarde ingresaron al SUM y se sentaron en orden respetuoso. Yo iba y venía haciendo nada, esperando que todos se acomodaran para la charla; para hacer tiempo (y para interesarlos) abrí la caja de un telescopio refractor que llevé para mostrar sus partes constituyentes y sus respectivos pasos de armado; saqué el trípode, lo dejé a la vista. No hay nada como el misterio.
Por eso amo la astronomía.

Entraron los chicos de 3ro, los de 2do, al fin los gurrumines de 1º. Viéndolos, pensé en mis alumnos grandotes: Cristián, quien ya rinde primero y promueve a segundo en la ardua carrera de ATDL; Aldo, quién rezaga porque es ciruja, pero a quien le tengo mucha fe; y Carlos, recién inscripto. Miré de nuevo a los chiquitos y por enésima vez me sentí agasajado. Grandes sus ojos, preguntaban con las miradas.

En un momento, uno dijo ¿podemos saludar? Y la maestra asintió. Entonces se pararon y vinieron todos a saludarme en persona; me dieron la mano los varones, me dieron besos la niñas; sentí que lo hacían con respeto, por ahí hasta pensé que con cuidado, como si fuera especial (¿espacial?) en el espacio de la sala. Tal vez la secreta palabra sea, valorado.

Arranqué con una de mis charlas como hago siempre, por cualquier lado, confiado en que la pasión y el agradecimiento pronto me llevarían a dónde quería llegar, a entusiasmarlos a observar, a preguntar, a saber más y mas cada día.
Enseguida dije, Que nadie me deje hablar si llego a decir una palabra desconocida, una palabra que ustedes no conozcan. Y agregué, para saber cuál era -el o la- más despierta: Que nadie se quede con una incógnita… Al instante una niña levantó su mano, la miré y ella: ¿Qué quiere decir incógnita? A los docentes les digo, esa niña es acaso la más lúcida, jamás le permitan que no triunfe.

La charla que hilé nos llevó de cabeza a las constelaciones y, entre ellas, a la mejor, la única, la constelación del Choike (Cruz del Sur, Crux).

Aquí  cambiaré de verbo.

Llegamos con la charla al Choike y no hay niño, niña, portera o docente que no mire con los ojos brillantes. Ya no se aguantan, quieren saber qué sigue.
Y les cuento la leyenda del Choike.

Las palabras, además de ser conceptos, son como las notas de una sinfonía, aunque suene contradictorio. La realidad es que nadie lee lo que está escrito. Todos leemos lo que creemos que está escrito. De otro modo no podrían escribirse extensos párrafos con números. Números que ordenados forman frases plenas de significado. Esa es la prueba de que nadie lee en realidad. La lectura es como un lienzo que impacta los ojos, como un sonido de antiguos ritmos que recordamos por su armonía o disonancia.
Por ello, las palabras… las palabras tocan, porque son notas musicales antes que conceptos.
Al respecto de lo que digo, jamás olvidaré el testimonio de una madre inglesa que escuchaba a León Gieco en un recital que este diera en Bretaña. La pobre madre lloraba desconsolada cuando León cantó Solo le pido a Dios. Y no sabía esa mujer la letra ni entendía el español.
Cuando salió del recital buscó el significado de esa canción; leyó una traducción a su rústico y duro sajón. Entonces dijo, ¡Con razón, con razón lloré tanto!
Esa madre había perdido un hijo en la guerra.

Cuento o interpreto mi leyenda del Choike y los niños se asombran, escuchan con unción, comprenden la metáfora, aunque mucho les falte para saber qué es una metáfora.

Cuando termino con ellos me dispongo con el telescopio. De cero lo armo: trípode, montura, pesas, tubo, espejo y ocular. Esto se dice rápido, pero un ATDL puede enseñar aquí tres o cuatro decenas de cosas, y por cierto, casi lo hago.
Una vez armado el teles observamos hacia afuera, las plantas, las hojas en el viento.
Vamos afuera y afuera miro arriba; arriba veo la Luna y la Luna todos la observan, todos la tocan con la mirada.
Vaya, cómo toca una mirada.
Por ello amo la astronomía.


Se retiran, en hora y media deben regresar para el campamento. Me tomo un descanso, el único. Me cambio la ropa. Llegué al colegio a las 16,14 y son las 17,35. Luego miro el patio, la cancha, entro la chata con los tres telescopios. Las porteras me ofrecen mate y torta.

A las 19 comenzamos a observar el sol. Lo hacemos a las apuradas, ya se oculta el tipo tras los altos árboles de ese pueblo tan lindo y tranquilo.
A las 20 estamos a full con Luna y pronto el sugerente perfil de Venus.
Cuando impera el crepúsculo, la noche resplandece.

Se observan estrellas por todos lados, claro que las brillantes pero además, las otras, las que poco veo desde casa. Santa Isabel es un vergel de cielo. Muy poca luz tiene gracias a dios ese pueblo. Consérvenlo así, por favor.


Los chicos de 7º aprenden a manejar las monturas ecuatoriales, les dejo al mando de los dos refras, el 70/900 y el 90/910, ambos Hokenn; solo intervengo para correcciones finas; ellos se encargan poco a poco de soltar sus frenos y moverlos en pos de los astros de su desvelo.
Luz del cielo vaga por su propio ímpetus, al decir de los filósofos de sXVII. Luz del cielo es un catadióptrico de 203mm de boca, con sistema de seguimiento celeste. Puesto el ocus de 26mm arroja una Luna quebrada, y no por la fase. Venus luce maravilloso. Imagínense esto, un Meade LX90 de 203mm es mucho más de lo que muchos de personas han soñado tener; en Santa fe, sin embargo, lo tiene cualquier escuela a su disposición, basta llamar por teléfono, pedir una actividad, y listo, mirás Venus más cómodo que sentado en el living de Susana…
Y mejor acompañado, claro.

Luego, fuimos todos a por M7 y Shaula y Lesath, las púas del bicho. Todos conocieron y reconocieron la figura del Escorpión.
Miramos Achernar; 47 tucán; la 2070, la increíble Tarántula, la nube de la Nube grande.

Creo que tan bueno como lo observado fue lo que hablamos, lo mucho que tratamos de pensar en conjunto en pos de respuestas que, de ordinario, solo sabe un profesor.

Los dinos, los continentes, las atmósferas, los soles, los colores, las distancias, los tiempos, las trayectorias orbitales, las estaciones y las estaciones internacionales, fueron algunos de los muchísimos temas que, entre vista y vista, llevamos detrás del inconmovible giro de la noche.

Poco a poco los chicos se fueron a llenar la barriga. Unas ricas hamburguesas habían cocinado los papás. Estas marcharon con jugo Tang, aunque sí lo merecían.

A la luz del tiempo quedamos los papás, las mamás y un servidor. Vuelta a comenzar, Luna, Venus, el resto de la parentela celeste.

Muchas mamás me agradecieron como se agradece a un artista, pero el mérito no fue mío sino del firmamento, que lucía como nunca.

A las 23,30, después de probar dos hamburguesas riquísimas, después de haber empacado el arsenal, me despedí de todos.

Me rodearon, me abrazaron, me pidieron que no me fuera o bien, que volviera en la mañana.


Pero soy como Tycho, un ser de galaxias, y la gravedad ya me tira hacia otros colegios, escuelas, campamentos, hacia nuevas Plazas Astronómicas.

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