Qué es proyecto sagitario?

Cursos de Iniciación a la astronomía.

Didáctica astronómica. Talleres de Ciencia.

Charlas, cursos, campamentos, observaciones grupales.

martes, 28 de enero de 2014

Sunday Morning Viaje a El palmar II

Sunday Morning
Viaje a El palmar II
(parte I aquí)

Si la vida enseña algo es a no rendirse jamás. Antes al contrario, cada vez que tengamos un tras pié debemos saltar hacia adelante con iniciativas. Si la muerte nos pesca alguna vez, que sea en lucha, en un avance con la frente alta y la expresión fiera.
Al respecto, recuerdo la anécdota de uno de los mayores escritores de América, Javier Villafañe: Príncipe y mendigo, Javier estaba internado de cierta gravedad en un hospital español. En la semivigilia propia del padeciente, entrevió la Muerte que a por él venia. Entonces se puso a reír. Rió con todas sus fuerzas, una y otra carcajada estrepitosa, tronante. Las enfermeras acudieron desconcertadas, no comprendían la dura batalla que, invisible, se libraba sobre esa cama. La muerte retrocedió asustada, Javier se repuso y aún caminó mucho el mundo, y escribió siempre hermosos libros. En uno de ellos leí esta anécdota de su vida frondosa, y la tomé como blasón para la mía. 

El domingo 26 de febrero teníamos previsto una charla sobre relojes de sol y observaciones del astro. A las 10 de la mañana armamos el telescopio solar y sobre una mesa de bar preparamos los complicados y extraños materiales necesarios para la fabricación de relojes a sombra.




Pronto nos rodeó mucha gente adulta, con sus niños y niñas, todos expectantes. El sol mostraba las consabidas manchas (dos grandes, centrales) y el corte (filamento) de Paul Muni en Scarface, es decir, una marca atroz sobre el limbo (el limbo es la cara del sol). Había a la vista de los circunstantes más de muchas prominencias lindas, delicadas, algo tímidas entre las nubes que nos escondían la afición. Pero un ATDL troca en un instante las vistas por una historia, o una explicación como la que siguió, sobre el principio que permite medir el paso del tiempo con un estilo o gnomón.
Tanto vivimos en la cultura tradicional -comercial- que ignoramos que, el paso del tiempo, es algo subjetivo, escurridizo; es el tiempo un concepto que evolucionó con la misma sociedad, de modo que su medida no ha sido, por increíble que parezca, siempre la misma.

Párrafo obviadle si no tenés tiempo
Aclaramos que este recurso, el de medir el paso de un supuesto tiempo, surge de la necesidad de administrar recursos para el sustento de grupos humanos. En un principio, el hombre omnívoro comía bayas, frutos y raíces; el Tiempo era el tiempo del bagre, como decía mi abuelo: Si te pica el bagre, volvé, será la hora del almuerzo. Luego, el hombre formó clanes que se identificaron con los animales que perseguía y cazaba corriendo –esas imágenes en las cuales el hombre primitivo da caza a un mamut mediante arcos y flechas, acaso lanzas, corresponden a nuestra era; allí ya estamos viendo al homo sapiens sapiens y, desde entonces, tan solo aumentamos nuestra crueldad. Me refiero a un hombre anterior, que aún perdura en la Australia profunda, acaso en la Amazonia, donde, me contó Teo, en verdad existe la laguna Negra, sitio excepcional donde transcurren los hechos formidables del filme The Creature of the Black Lagoon, dirigida por el inmortal Jack Arnold. Teo es uno de los genios que conocí durante estos tres días de aventura en el Palmar, ya hablaré más de ellos, en especial de Teo.
Estos grupos humanos, decía, los que vivían de la caza, dieron origen a la exogamia y al tótem. El tótem es la identificación primitiva con el animal que da sustento y a la vez es prohibición de mezcla sexual con individuos del clan. De aquí obtuvimos una buena y una mala, como es ley. La buena fue que el sistema inmune se perfeccionó, se hizo más fuerte; la mala fue que el tótem derivó en las religiones, extraño camino del pensamiento. Aquí es donde nace la primera medida del tiempo: las estaciones. Los animales mudan de territorio acorde las estaciones se suceden. Este momento está plasmado en pinturas rupestres. Allí un toro, unas avispas, un carnero, los hombres de las cavernas observaron el cielo y lo registraron con idoneidad para que las estrellas les valieran como almanaque. Y qué bello almanaque, por díos, esas pinturas que solo puedo comparar con algunos que he visto en las gomerías y los talleres automotores.
Este es el nacimiento del año y acaso los primeros almanaques tallados en hueso tan solo apuntaban dos o cuatro tiempos. Poco después nace la medida del tiempo por medio de la Luna, precisísimo relojito que apenas atrasa, dado que la compañera genera mareas, el giro terrestre merma y ella se aleja y se aleja; pero bueno, esto lo sabemos ahora; entonces no había tantas vueltas; a tantas lunas, tantas noches para la primavera, y listo.
La medida del tiempo por medio del paso solar es bien próxima. Los egipcios y los babilonios lo hicieron por probidad. Precisamente, el pueblo de Ur, el pueblo de héroes como Nippur de Lagash (aunque Nippur es una ciudad) fue el que acotó el tiempo dentro de los múltiplos de sesenta que conocemos. Ocurre que fue entonces cuando se midió la sucesión de soles que correspondía al año: 365 y fracción. Mas, 365 y fracción es cifra que no admite submúltiplos redondos por lo cual el año fue acotado en 360 soles, hecho que determina los 360 grados de la geometría. De aquí surge la hora como división de esos 360º: 24 horas, 60 minutos, 60 segundos, y las mismas unidades se aplican a la medida del cielo, pues el paso del cielo es el paso del tiempo para hombres que admiramos su belleza. Si en mundos como Venus tuviéramos que medir el tiempo, de seguro este no correspondería al año solar, pues allí no se ve un pito (al menos hasta que la vida nativa no desarrollara los telescopios infrarrojos –o acaso la vida nativa desarrollara ojos infrarrojos y entonces sí, su año podría ser en base al sol, como el nuestro).

Dejo de escribir zonceras y vuelvo al relato
La actividad de fabricación de relojes estuvo muy linda, los chicos y los grandes participaron con entusiasmo, ya ayudaban con un estilo recogido del suelo, ya medían una sombra acotada con un guijarro, ya reían y estaban allí, ayuda imprescindible para el que se para ante todos a meter verba no siempre lúcida o coherente, se estimule y discursee.
Entre los modelos posibles solo describí el que copia el eje terrestre como estilo y usa el plano del piso como cuadrante, es decir, el que posa el gnomón según la latitud del observador. Hay una foto en la que Julio sostiene un caño de desagüe verde. Este caño estaba por allí y me vino de perlas pues lo usé como regla para señalar la declinación solar y luego como estilo recto. Pero de los relojes que hicimos con cartulina ofrecimos los de mesa y los de muñeca. Un niño y una niña se fabricaron sendos de muñeca y los muestran en la tomas. La actividad duró más de una hora lo que atestigua el entusiasmo y la pasión por el conocimiento. De hecho, el posteo de estas actividades multiplica otras en diversos lares, y esto también es parte de PS.


 El sábado 25 ocurrieron tantas cosas que no pude narrarlas en la nota anterior. Por la madrugada acudí a mi urgencia cotidiana de quincuagenario y a través de los mosquiteros de las ventanas ví el río gris en la semipenumbra. En la orilla opuesta la selva se extiende un par de grados y sobre ella vi el capote de nubes. Me quedé despierto, me vestí y salí armado con la Canon. Apenas el sol insinuó su brío comencé a tirar instantáneas. No paré hasta que el tipo brilló rojo y nítido a otro dedo del horizonte. Para entonces la casa había dejado atrás la tela de araña de la noche y los pájaros hendían círculos vacíos arriba. Cuando Mimoni estuvo a mi lado partimos hacia la aventura. Dios, un hombre enamorado es capaz de cualquier cosa.




¡Caminar!¡Caminar a esa hora! Peso 130 kilos, mis rodillas aúllan de dolor, mis pies se derriten. Sin embargo, mantuve el paso. La mañana se alzaba y el rumor de los pájaros era ubicuo. Pateamos tres kilómetros y pico hasta dar con las ruinas por medio de los caminos para los autos, y de las ruinas de la calera bajamos a la playa. Este lugar es magnífico. Arena negra, hay. Y agradezco al cielo haberla conocido. Es arena basáltica, la imagino símil de la que cubre los mares lunares. Volvimos despacio, charlando y disfrutando de la vida pues lo natural te muestra el alma, o te abre una hendija para que la mires. Yo lo hice y la vi henchida de gozo. Los días que pasé allí me dieron placer, el entorno, la gente, aún el cielo parco.
Volvíamos dije, y dimos con un sitio super aparente para observers, en febrero me tiro unas vistas desde ese abra, lo juro.
Cuando doblamos la curva peligrosa íbamos cansados y callados, y entonces alzo la vista adelante y lo veo. Dios. ¡Un tremendo Carpincho!
Si me guío por mi sentido común he de decirles que debe de haber sido este el Dios de los carpinchos, porque era inmenso. Anoche le conté a un desconocido sobre él, y le dije, era tan grande como un fiat 500. Estimo que el tipo no me creyó, sobre todo por su actitud inmediata, se levantó y se fue de la mesa, pero, les juro, era tremendo. Agradezco a la diosa Tierra que el bicho caminara imperturbable y lento, cómodo en el fresco y la sombra de la mañana. Si nos hubiera encarado, es probable que allí mismo dejara el cuero, en defensa de mi amor. El animal iba de derecha a izquierda, esto es de este a oeste y justo de donde venía, a la vera del camino, había un cartel de decía: Despacio, y al lado de la palabra había un dibujo del carpincho. Es increíble, ¡cruzaba por su senda peatonal! Moni y yo apenas dimos crédito a esta visión, más propia del filme la Princesa Mononoke que de mi vida simple y llana. Poco después supe que había un camino optativo para llegar a la playa, el cual es solo de mil metros, pero si por allí hubiese ido en defensa de mis kilos me hubiera perdido la bestia.

A las observaciones solares de la tarde se acercaron personas de todo el mundo, que allí acampaba. Pude charlar con compatriotas de nuestro querido Copérnico, dos o tres parejas de jóvenes polacos, a los cuales les hablé con entusiasmo del astro, y ellos, tan atentos como yo, me contestaron efusivamente. Off course, all we was stendin notin.
Por la tarde, antes de conocer a los copernicanos, pude charlar con Sara, bella neozelandesa que en el parque se aloja, por medio de mi fluido inglés. Ahora recuerdo, le pregunté, mientras ella pispiaba dentro de Tuboro: Your vision, is rich, or poor? Y me dijo: Poor… Es que ella miraba con mi foco (tengo 51 y ella pisaría los 22), apenas hubo corregido el helicoidal, exclamó ¡guau!
Alemanes, brasileños y porteños fueron otros tantos extranjeros que pasaron a por su vista tranquila de nuestro dios máximo. De los tres, a los from allende la General Paz, los sentí como los que más les costaba el objeto y sentido del Parque. De una niña, más linda y coqueta que las Híades, escuché que dijo con un dejo de desilusión: ¿Y los animales? Eran las 10 de la mañana, ella acababa de bajar de un Corolla frente a la proveeduría. Los bichos del parque son mansos pero no actores de Disney. Seguro esa piba y su familia creían haber recalado en Temaiken o Mundo Marino. Luego, de un niño, asimismo, sentado con desgano y frustración sobre un tronco de las barandas: Bueno, vi un sapo y un sol…
Aclaro, el sapo era inmenso.


Durante la observación de la noche un grupo de turistas me acompañó por tres horas, ya dije que las nubes iban y venían sin empacho por lo que el apo corría de un hemisferio al otro. Las pléyades; la 42; Alnitak, Alnilam y Sigma orionis en un campo; M41; Mimosa y NGC4755 (el Joyero); Rigel kent; parte de Carina; todo eso miramos y describimos con palabras cuando las estrellas se opacaban. Y mucho más charlamos en la penumbra. Julio había armado su 150 nuevo y su SW dobson de diez pulgadas. Qué lindos equipos, qué vistas. En la alta noche (B.) supe que varios circunstantes se organizaron para juntarse a observar en el Palmar. Esto también es parte de PS.

No puedo cerrar sin hablar de los genios. Fueron dos, al menos.
Uno solo me dedicó unos minutos, miró el sol, preguntó naturalezas y razones, las asimiló en silencio, repreguntó, y me dijo adiós. Reconcentrado y digno se alejó pateando guijarros multicolores hacia el sendero corto de la playa. Su padre, henchido de orgullo y amor, sonreía.
El otro es Teo. Teo es un niño de 12 años que ingresa a 1º año secundario. Cuando miró el sol enseguida comparó las prominencias con la capa de ozono terrestre. es claro que no habrá muchos puntos de coincidencia entre una y otra naturaleza, pero el esfuerzo indica algo muy especial. Cuando hablamos de no se que célula, me dijo, claro, como sucede en la mitosis. Y agregó, sabés, no. Le pedí que me recordara el hecho para ver qué tan hondo se metía y su explicación fue perfecta. Moni, profe de biología, entre otros estudios, me dijo: Comparó la mitosis con una clonación, es perfecto el concepto. Teo es niño que necesita con quién dar rienda a su desaforado conocimiento y curiosidad. No hallará pares en los ámbitos áulicos, difícil que lo ayude un docente atorado con 30 vándalos en un container macrista. Había leído la novela del monstruo de la Laguna negra y resumió el argumento en cuatro palabras. Cuando se refirió al secuestro que el monstruo hace de la bellísima chica, dijo: aunque ella no era como él, pues no tenía agallas ni escamas, de seguro se sentía solo y necesitaba con quién hablar…
Teo, agradezco mucho que charlaras conmigo, que me ilustraras, que me consideraras digno de tu motivación intelectual, aunque no tuviera yo las páginas leídas que tu necesitabas, ni las agallas suficientes.

La noche postrera cenamos con Julio y su familia. No he hablado de los anfitriones como antes acostumbraba, no voy a hacerlo más por varias razones, la primera es por respeto y cierta unción ya que la amistad es como el cielo, puede disfrutarse en silencio.
En la cena, julio me agasajó con un mate invaluable, escrito y dibujado por el artista.

Nos fuimos a la casa, eran las doce y el lunes viajábamos temprano. Las nubes lo cubrían todo y el viento del este anunciaba el agua que luego llegó. Sobre el ocaso habíamos ido con Moni a una playa secreta desde la cual vimos a un bañero sobre unos bancos de arena, lejos, en el cauce. La noche caía y el cuerpo no se alzaba. Sentado sobre la arena húmeda, el muchacho atisbaba el Uruguay. Allí estuvimos nosotros, en la oscuridad, mateando tranquilos, tanto que otro carpincho pasó caminando con parsimonia a un metro nuestro. Nos quedamos hasta que el joven se alzara y en la magia del lugar, aunque estaba a unos doscientos metros de la orilla, volvió caminando sin hundirse, como Jesús, dijo Moni. De entrada había sugerido que el bañero no había nadado para llegar tan lejos ya que su remera blanca estaba limpia. La arena formaría secretos puentes bajo la poca agua, dije con racionalidad tonta, algo celoso por la juventud, la soledad, y el aura que Mimoni le atribuía. A este muchacho encontré en la hora de las almas frente a nuestro albergue. Tenía ganas de charlar y de compartir su bebida. Me quedé una hora casi. Hablamos de astrología, de la adivinación del futuro, de las masas gravitatorias de las estrellas y los camiones, interrumpidos tan solo por los extraños gruñidos de quién sabe cuántos y cuáles bichos que a nuestro alrededor oscuro medraban. Cuando creí que ya nada me deparaba el viaje, con la mirada fija en lo negro de los arbustos y la fronda, Nicolás me dijo: por aquí vaga el alma de la Princesita, la antigua dueña de la estancia y la casa. ¿Cómo es eso? Le dije, y él, la Princesita tenía unos ochenta años cuando el gobierno expropió la estancia para crear la reserva. Ella pidió que la dejaran habitar la casa y se negaron, murió en Buenos Aires. Desde entonces se dice que por aquí vaga su espíritu…
Me quedé callado. Los ruidos eran muchos y sutiles. No sé cuántos nacían de las cosas vivas.




Gracias Julio, Nancy, María, Santiago, Juan, Teo, Gustavo, David, Nico y todos los demás.


lunes, 27 de enero de 2014

“Sabe…Mi Padre me regaló el mismo libro que a usted el suyo”.

“Sabe…Mi Padre me regaló el mismo libro que a usted el suyo”.
Astronomía en Parque Nacional El Palmar I.
(parte II aquí)


Donde crece la Palma
El Palmar es un Parque Nacional Argentino, sito en la hermana provincia de Entre Ríos, a orillas del Río de los Pájaros, el bello río Uruguay.
Cerquita de Ubajay, la reserva acota miles de hectáreas que nuestro Estado intenta preservar para el futuro con la idoneidad de hombres y mujeres como nuestro anfitrión, Julio Baliño.
La virtualidad permite que seres desconocidos compartan sus gustos; Julio y quien firma somos observadores aficionados al cielo, acordamos actividades de difusión en los espacios en que él se desempeña como Guardaparque para el pasado fin de semana y los próximos días 22 y 23 de febrero.
Del futuro nada diré sino que esperamos a los amigos con sus equipos, pues a observers como nosotros lo único que nos importa es meterle ojo al cielo, de suerte que cuántas y superiores ópticas haya, mejor. Solo contaré un par de anécdotas, cosas que en estos tres días vivimos todos de la mano de los astros, diurnos y nocturnos, que asco a nada le hicimos, y aún les apreciamos por medio de bellas instantáneas que otrora tomaran los amigos del Hubble.


Viernes, 3 pm.
Llegar al Palmar es una broma desde la tierra Blues. Hasta Rosario por autopista, a Victoria por el lindo paso de islas o estero y a cruzar lomadas, luego, hasta dar con la catorce, autopista rápida como Urraca que ha robado un brillito (en El Palmar, las urracas se te acercan como si fueran tus hermanas y si algo dejaste suelto, olvídalo, ellas te lo roban antes de que te quieras acordar). Cuando traspones la barrera de ingreso, el mundo es otro. La tierra es color naranja, a lo sumo amarilla. Las piedras semipreciosas son el suelo que la tectónica ha dispersado allí para que tus torpes gomas rolen. Cualquiera de esas piedritas, pulidas y engarzadas, te sacan un Evita en una plaza o exposición de artesanos, y tú sobre tu auto: run, run, run.



Al cabo de catorce kilómetros y un paisaje de locura, carteles y postes te recuerdan que sí, aún eres parte de la sociedad; allí hay gente, luces, mesas y baños, cosa que casi habías deseado que ya no exista, tal la pureza feraz del camino.
Apenas llegamos con Mimoni dimos a la orilla del río con una joven Nereida y con María. Soy el que viene por el Cielo, dije, y en un tris me convidaron mates y ya Julio estaba con nosotros. La amabilidad de este hombre y su entera familia -incluido el hermano de Los Hoyos- es simple y perfecta. Nunca creí que -otra vez- un ser nos brindara tanto de sí, tanta confianza a este proyecto que ingresa en su quinto año de difusión ininterrumpida de la astronomía y las ciencias todas.
Al anochecer fuimos al bar. Estos lugares son especiales y hay que contar con ciertas aptitudes que dejé olvidadas en un recodo de mi infancia. Me refiero a viajar en carpa, comer en olla, disponer de un baño compartido con una buena centena y pagar un sánguche lo que un bife de lomo en la rivera rosarina. De todos modos, la magia era total para los que solo deseaban compartir con otros y con la naturaleza. La gente iba y venía hacia los baños o la proveeduría y recordé el castigo divino en Babel pues se escuchaba todo tipo de lenguas; a cada momento llegaba un auto, una casilla rodante (ahora le dicen motor home), o un grupo de pibas, tan jóvenes y hermosas como las pléyades, las cuales, después de patear las tres leguas desde la ruta, con las bolsas de dormir, la carpa y los enseres al hombro, llegaban sin mella, aún bulliciosas a abonar su estada en el vergel.
En uno de los cines al aire libre corría un filme de Hayao Miyazaki, Ponyo, sensible historia de ese artista supremo que los adultos, en su ignorancia, creemos infantil.
En la cantina, una adolescente cantaba la Rata Lali mientras dos muchachos le ponían sones con batukes y guitarra. Me senté a escuchar un buen rato, hasta la hora de las pizas, que el arte solo florece allí donde la busarda duerme. Me gustó mucho su música y las canciones elegidas, todas nuestras, incluidos unos buenos tangazos.


Febo de sábado por la mañana
El sábado amanecimos luminosos, con el astro pujando nubes arriba y debajo de sí. La velada tuvo su cielo cubierto pero la mañana nos daba así esperanza, con sus naranjas sobre el pueblo Oriental, allende el agua.



Mi trabajo no empezaba sino a las 21, pero a las nueve y chirolas de la matina Luna ocultaría a Saturno, razón que nos obligó a armar el apo, y a tirarle unas instantáneas. Por desgracia, la magnitud del planeta no fue suficiente para que le viéramos, tanto en visual como en las placas. Nos contentamos con observar la luna por una hora con la compañía de quienes quisieran acercarse. Sabía yo que más temprano que tarde iba a estar compartiendo ese apo maravilloso que vale tanto como un auto con todos los que allí quisieran meterle ojo a sus pocas candelas.



Voy a aclarar unas pocas cosas por si me lee alguno de los turistas que allí estuvo, y no tiene la suerte de contar con amigos de las entidades astronómicas locales, los cueles le allanen el camino arduo del saber.
Un apo es un telescopio refractor de la más alta calidad óptica. Los aumentos de las imágenes se consiguen con la combinación de ópticas, sean estas lentes o/y espejos. Cualquiera de estos métodos del manejo de los rayos de luz que proceden del objeto estudiado suele traer aparejados ciertos efectos indeseados como son colores desfasados (aberración cromática). En las vistas de la Luna (objeto próximo y luminoso) suelen percibirse bordes azules o amarillentos en la imagen formada dentro del ocular del telescopio. Los equipos apocromáticos eluden este cromatismo y los objetos más luminosos pueden ser vistos sin tacha. El problema es que construir un refractor apo es mucho más caro que un refractor acromático o simple.
Candelas son aumentos, el apo tiene una longitud focal de solo 480mm por lo tanto nunca nos dará más de 60x con un ocus de los mios, 120x con barlow, cosa que no pienso hacer ni mamado con el licor de Yatay, elixir que allí mismo te venden por media decena de dólares… de los del viernes (¡malaya con Shell y otros pícaros que existen para embromarnos el país!).
Las observaciones que hicimos de la Luna con el teles apo y con el refractor de Julio -un bello newtoniano 150/750 sobre eq3- nos dejaron la mañana servida para, fracasada la pesca del Saturno, pez esquivo si lo hay en esa zona de río, meter el telescopio solar en la red que habíamos tendido a los turistas, y pasar, en un verdadero salto ornamental, de la Luna al Sol como si papa fuera, pisadita con zapallo, puré fácil al gusto que mi nieto devora sin dilaciones, más rápido aún que las mentadas urracas macristas.
Armamos entonces a Tuboro (el excelente Coronado Solarmax de 40mm) y de los cráteres pasamos todos, niños, jóvenes y adultos, a ver manchas solares, filamentos y prominencias con los mares de basalto aún frescos en las retinas.
Eran las 10 de la mañana y todos aquellos que comparten un día Blues tienen que saber que esto es lo normal, y no lo extraño.
Es cierto que creo en mi propuesta, y lo hago porque siento a la astronomía algo elemental, íntimo y humano como pueden llegar a serlo el amor y el odio, el desinterés y la enjundia, la solidaridad y el egoísmo, que todos somos lo mismo, ora seres desamorados, ora locos lindos rodando bajo las estrellas.

Moraleja y prosapia
A las 20 proyectaron en el cine abierto –el sitio donde haríamos la charla de astronomía- la mejor peli que jamás haya visto: Kirikú. Este filme delicado, intenso y poético, narra las andanzas de un niño superlativo, que sólo nace y sólo se arregla para salvar a su entera prosapia del destino. Qué peli maravillosa, cuánto bebo agradecer a su autor. Todo en él es mensaje sano, fuerte, recto, de cómo debe pensar, sentir y obrar un hombre de bien. Quedé deleitado con las imágenes y con el contenido de la historia. Si no has visto Kirikú, ve y cómprala, deja lo que sea que estés haciendo y consíguela, no te arrepentirás.
De modo que muy tarde comenzamos con nuestra cháchara.
Quiso el cielo echar por tierra mi programa pues la pc no pudo conectarse con el proyector, de modo que por enésima vez charlamos sobre temas medianamente improvisados.
Conté la vieja y querida historia de la vida de las estrellas cuando lo planificado era hablar sobre el cielo de verano. Julio hizo una intensa introducción y pronto el público estaba a mi alrededor escuchando con atención y –gracias, a todos por su infinito respeto- entusiasmo.

Luego, el domingo, supe que de oyente hubo un estudiante de astronomía. Sentí vergüenza, no mucha que ya estoy curtido. (Si lees esto, por favor comunicate conmigo, acá al lado está el mail o debajo podes dejar mensaje, quisiera charlar contigo). Estuvo también gente de Colón y de Concordia, entre ellos un amigo muy querido, Cacho, a quién conocí en mi primera juntada astronómica cuando aún no sabía por qué brillaba una estrella. Supongo que el Estudiante fue el que, ya bajo el cielo, me auxilió cuando dije Heidegger en lugar de Heisenberg, aunque tamaño error pudo apuntarlo también uno de los demás, cualquiera fuera su formación.





De la charla nos fuimos a un alejado para observar el cielo con los telescopios. Las nubes fueron y vinieron a su antojo de modo que ahora mirábamos pléyades y enseguida Rigel centauro, pero la charla no aflojó ni un instante hasta las dos, casi, hora en que por fin nos fuimos a dormir dejando el cielo en manos de ccúmulos negros como la arena basáltica que en las riberas del Parque conocí.

Charlar bajo las estrellas es un placer que me llena de gozo. Debe de ser algo similar a lo que siente el creyente que ingresa a un templo; pues, mientras este escucha relatos alegóricos, nosotros nos inventamos conceptos; y, mientras aquél se postra bajo una cúpula de estuco, nosotros alzamos los ojos hacia lo más pleno. Con todo, creyentes y agnósticos compartimos por igual el amor por las estrellas, que si Dios las hizo, o si fueron sin más (Twain), lo mismo da, nos basta su color y su brillo, su lejanía y misterio.


Muchas cosas me perdí esa noche: conocer al Intendente del parque, quien estuvo a nuestro lado sin que lo advirtiese pues no le conocía; atender como se debe a los niños, que nos atosigan sano con su conocimiento y su curiosidad infinita; y comer los sánguches que por allí distribuyeron en la oscuridad -luego supe, no me ofrecieron porque en ningún momento dejé de hablar, recuerdo ahora a ese viejo sabio que caía en todos los pozos por mirar el cielo... (bueh, sin ser como él, por mirar el cielo no cayó ningún emparedado en mi hoyo).

Sin embargo, otros tantos premios tuve: un niño de 4 años, apenas terminada la charla, se acercó a hablarme; un joven de 30 escasos me saludó con afecto y respeto; la presencia de Cacho; la amabilidad de todos; y la última frase de Juan.
Juan es aficionado local, hombre que construye sus propios equipos, uno de los cuales lució esa noche mostrando Júpiter. Juan, alto, amplio, con barba y cigarros en su pasado, me dijo:
Sabés, Mi padre me regaló el mismo libro que a vos el tuyo, solo que a mí me lo dio en el año 70, me dijo, y yo casi me quiebro porque esa simple y certera frase dijo mucho más de lo que las pobres palabras traslucen. Juan había leído mis relatos y sabía qué libro era, el que ambos heredamos. Tanto me impactó, que el lunes me desperté en la certeza esquiva de que había soñado con mi padre, el Pelado Galarza, inocente causal de esta aventura, llamada SagitarioBlues.



Sunday Morning

continuará

viernes, 24 de enero de 2014

Selene, como toda mujer, oculta el paso de Tiempo.

Selene, como toda mujer, ocultará el paso de Tiempo.
El sábado 25 de enero la astronomía registrará en nuestro bello sur un evento destacado: la Luna, en su paso hacia el este, ocultará al planeta Saturno (Cronos).
La ocultación comenzará -en Ubajay- sobre las 9.30 hora local. 
Cielo mediante, trataremos de fotografiar el pudoroso momento del velo.


En las imágenes generadas con Stellarium se ha quitado el efecto de dispersión atmosférico; por supuesto, el sol ocultará la magnitud de Saturno, esperamos lograr las vistas y las tomas pertinentes.
Para Casilda el horario de la ocultación es casi el mismo.

jueves, 23 de enero de 2014

Todo lo que brilla ¡es Green Gold!

Todo lo que brilla ¡es Green Gold!
Un paseo por Oro Verde y el Observatorio Astronómico Galileo Galilei, de César Fornari

Pude viajar a Oro Verde gracias a una invitación de Aldo Mottino. Aldo, astrofotógrafo rosarino, a su vez respondía a una gentil invitación de César Fornari, titular del observatorio astronómico Galileo Galilei, Oro Verde, Entre Ríos.
Viajamos temprano, para evitar el calor que, ubicuo y feroz, nos dió caza sobre las dos de la tarde, mientras charlábamos sobre compensaciones cuánticas en astrofotografía, tema que domino apenas tanto como la teoría de la relatividad general.
Aún así, aprendí sobre desbayerizado (algo relativo al ácido acetilsalicílico), mezclas entre los canales RGB y Ha (aquí puede exclamar ¡ah! al menos) y motorización de cúpulas perfectas.
El teles es un luxo (mi abuela decía: ¡caraxo, un luxo!), un Celestron de 11 pulgares, con sus ópticas más bonitas que una novia nueva, solo que gordas y pesadas como suegra vieja.
César no ha ahorrado ningún esfuerzo en la construcción de su precioso observatorio, el Galileo Galilei, orgullo de la hermana provincia. Es este un edificio sólido, alto y blanco como Moby Dick, solo que amarrada al piso como King Kong; sin embargo, su domo gira con la delicadeza de un Zepelin, con el limpio cielo azul detrás. Precisamente, su motorizado es ejemplo de estos esfuerzos en nuestro ambiente.
César, ama la astronomía.


El viaje fue maravilloso, tanto de ida como de vuelta. Aldo me ha brindado su amistad desde el primer día, y me siento muy cuidado cuando le veo porque es hombre amable, respetuoso y sincero en sus opiniones, las cuales aporta sin sombra, con voces cultas y oportunas. Tiende a fruncir el ceño, de vez en vez, al decir algo importante (tal es todo lo que dice), y tomo ese gesto como imagen de su inteligencia, la cual se aplica sobre el tema en discusión. 
Aldo, ama la astronomía.

Por la tarde, pasado el chubasco tórrido, le dimos por enésima vez a las vistas del telescopio solar, el consabido Tuboro, Coronado solarmax de 40mm de cacerola (qfp). El astro se mostró lúcido y rojo, con manchas, un filamento gigante que le cortaba el limbo como la cicatriz de Paul Muni en la verdadera Scarface.


César se ha fabricado un verdadero reino astral. 
Su GG (durante un año me pregunté: ¿por qué habrá llamado a su observatorio Green Gold?, ya que confundí su GG, el modo en que firma sus fotos, con el sitio donde habita; Oro Verde. Un año después de seguir su trabajo, leí azorado: Galileo Galilei) es tan prolijo, tan medido, tan exacto en sus detalle que parece un templo Azteca por la precisión.


La pasión por la instantánea es terrible. Fotografiar a mano el sol es casi imposible, ya veremos que nos envía Aldo.
Y he aquí el resultado del procesado de Aldo:

Esta es una de las bellezas de Oro Verde: Un HD libre de coma, un 11 pulgares de Celestron. Sin duda, César ama la astronomía.

¡Por Júpiter!

¡Por Júpiter!

¡Qué hermoso es el cielo de verano! Apenas la noche se cierne sobre el pueblo, desde patios y cuadras oscuras podemos ver las estrellas más luminosas. Entre ellas, destaca una luz muy brillante que se alza por el E y llega a lo más alto a eso de las nueve de la noche. Hablo del astro más luminoso de febrero, un planeta: el gigante Júpiter.

Planeta quiere decir Vagabundo. En la antigüedad los griegos observaron que había unas estrellas que vagaban entre el resto. Estas fueron nombradas como dioses: Mercurio, Venus, Marte, Júpiter, y Saturno, los cinco planetas visibles a simple vista. Entre todos, destaca Júpiter por su brillo y su paso por todo el cielo*, magnífico a ojo desnudo o en binoculares, e increíble en telescopios, donde muestra su disco cual moneda de un centavo y pueden distinguirse muy nítidas unas rayas o marcas que coinciden con la alineación de sus lunas. Esas marcas son tormentas fenomenales, visibles desde la Tierra. Las franjas claras son nubes frías, descendentes, y las franjas oscuras son zonas más calientes, que ascienden. Estas tormentas, al contrario que las producidas en casa, obtienen energía desde el planeta, que irradia tanto calor como el que recibe del Sol.
Júpiter no tiene superficie sólida, es gaseoso. El hidrógeno es el elemento que predomina, seguido por el helio y otros. Es en realidad una estrella fallida; si hubiese poseído mucho más masa, habría podido brillar también el y nuestro sistema hubiera sido doble, como tantos que por allí hay.
El hidrógeno es el elemento más liviano del mundo y puede formar nubes, mares o rocas, según la presión que soporte. En ese planeta, forma las capas de gas que le dan cuerpo, los mares que hay debajo (como el mercurio, aquí en la tierra), y un núcleo masivo, fuente del calor que emite al espacio.

Las lunas de Júpiter son fantásticas: Io, Europa, Ganímedes y Calisto. Son las llamadas galileanas, descubiertas en 1610 por Galileo Galilei, el genio florentino:

Io es amasada de continuo por la gravedad del gigante y por ello es la luna con mayor actividad volcánica del sistema solar. Lo que en la Tierra sucede con el agua -que forma mareas- en Io ocurre con sus placas y manto, el cual es expulsado al exterior por sus volcanes infinitos.
Europa es otra a considerar. Su superficie está formada por hielo que muestra rajaduras propias de la deriva de bloques que flotan sobre agua salada, tal como sucede en nuestros polos. Esto ha convencido a los científicos de que Europa alberga un mar prodigioso. Incluso se observan chimeneas por las cuales esta agua respira, razones todas que favorecerían la aparición y desarrollo de la vida.
Ganímedes es la mayor luna del sistema, mayor que Mercurio, posee atmósfera.
Calisto es de las cuatro la más oscura y deja ver sus cráteres de impacto tal como en casa lo hace nuestra Luna.

Júpiter es el garante de nuestra vida. Con su masa tremenda (más del doble que el resto de los planetas), él absorbe la mayoría de cuerpos pequeños que, en su caída hacia el Sol, de impactar con la Tierra, podrían cambiar las condiciones geológicas que nos mantienen con vida.

El Palmar, Actividades astronómicas


Te esperamos, haremos observaciones y charlaremos sobre el cielo, sus objetos, su naturaleza, su sentido en ese engranaje de espacio y tiempo.

sábado, 18 de enero de 2014

Charla y Observaciones astronómicas en Arequito

Charla y Observaciones Astronómicas en Arequito, invitados por el Ferro Club.

Anoche observamos y charlamos sobre física, historia, filosofía, pasiones árabes y mimos amerindios. También discutimos la precesión de los equinoccios con una jovencita de 14 años y con el resto algo de astronomía, como para justificar mi título ATDL.
Abajo se lucen los observers en la pose característica: los ojos cerrados, el clan Los Otros, para que las pupilas no sufran el agravio del flash.

La joven de la izquierda, con sus manos sobre el rostro, demostró una pasión y conocimientos incomparables; cuando le pregunté su nombre,  lógicamente me dijo: Sofía.

El grupo fue variado, todas las edades tuvieron a ben agasajarme con su curiosidad y presencia.

 Perdón, en el afán por invitarlos a observar mediante binoculares es que cometo estas obscenidades.

¡¡ Hermosa Moni, luego te llevo a cenar afuera!!


 Es característico que los observers nóveles fuercen los músculos de sus rostros. Por eso en el libro del Rodo se recomienda utilizar parches oculares, al mejor estilo Morgan... el pirata.



 Allá, allá saltó¡¡¡¡

 Las observaciones fueron acompañadas de una las charlas preferidas... improvisada en el momento.



 El señor en primer plano es Tadeo, artista, escritor de comics sobre el espacio, dibujante, ya les subo una entrevista sobre su hacer maravilloso.

 Pícara.



 Bajando unos gramos.


 La mirada aguda de un ATDL...

 Como dije, la mirada... aguda.





 Proyecto sagitario a logrado muchas cosas en 4 años: ha inducido al cielo a miles de personas en 4 provincias argentinas; ha publicado notas que suman miles de lectores; ha recomendado telescopios, cámaras y binoculares a decenas de aficionados; ha dado cursos en otro tanto de colegios y escuelas; ha diseñado programas, juegos, argumentos; una de las cosas que más me enorgullece, sin embargo, es haber acercado siempre las mejores ópticas y equipos a todos los vecinos y participantes de nuestras actividades. 
Si tu observas con PS, lo haces a través de los mejores teles, y, encima, los manejas. Yo le llamo a esto socialismo astronómico, o Robin Hoodismo astronómico, pues timo a los poderosos para acercar la plata del cielo a los villanos.


 Belleza ver los niños disfrutando el cielo.


 Oye niña, ¿ya manejas un LX90 de 8 pulgares? 
Ah , si, claro, estás en la zona Blues.







¿Medimos el cielo?


La joven de azul es Sofía. 
Sofía me preguntó casi todo lo que se puede preguntar, pero... intrigada sobre la órbita terrestre, sobre su perihelio y afelio, me dijo: 
Digame, el punto en que la Tierra está más cerca del Sol, ¿es siempre el mismo? ¿O cambia con cada vuelta?
Cualquiera diría que le susurraron la pregunta, ella acaba de anotarse al 1º año del secundario. Esta joven es una genio y debiera ser muy celoso su acompañamiento y motivación hacia las ciencias, pues es una cabecita muy valiosa para todos, en especial para ella misma y sus seres queridos, claro.


Gracias Ferro Club Arequito por confiar en nuestro trabajo e invitarnos y colaborar con el proyecto.

Foto adquirida mediante celu por un papá participante: Cristobal.