Qué es proyecto sagitario?

Cursos de Iniciación a la astronomía.

Didáctica astronómica. Talleres de Ciencia.

Charlas, cursos, campamentos, observaciones grupales.

martes, 3 de mayo de 2016

Zanjar el destino

Zanjar el destino.
Ficciones sobre el viaje a Chivilcoy III


El sábado treinta amanecí a las seis y pico. Desde el hotel, mi ventana daba al este de la ciudad. El cielo fulgía azul, allí, un azul puro y frío que me congració con las artes. Una vez me dijeron que tal tinte se da cuando la proporción de ozono es tal y cual. Me lo dijeron en Merlo, ciudad turística, no es que me lo tome a pie puntilla pero desde entonces sé que es indicio de buen seening o buena condición para observación astronómica. La cuestión es que pocas veces he visto un azul tan puro desde una ciudad. Amigo que gustas del cielo, amante de las pálidas luces, ésta bien puede ser tu ciudad.

Tanto remolonear, al fin me levanté a las ocho. En el bar estaban Diego Bagú, Augusto Milano y Daniel Della Valle. Hablaban sobre la educación argentina, acerca de sus fortalezas y urgencias actuales. Pedí un mate cocido, manifesté disgusto ante una propuesta de limitar el ingreso a las facultades y, cuando íbamos a seguir argumentando nos sorprendió un señor que aparentaba sesenta años, seguro de sí, alto y vestido de sport, ralo el pelo gris y lavados los ojos, quién, sin más preámbulos y de un solo saque, nos soltó: Sólo hay una cosa que me hace llorar y es el estado de la educación Argentina; soy graduado en Medicina en la UBA, pero de cuando esta no creaba personas como Kicilof; de joven fui a estudiar a los Estados Unidos; soy solo, no tengo hijos, tengo setenta años y vivo ahora en un pueblito perdido de la Pampa, no más de cuatrocientas almas; la puerta de atrás de mi casa quedó sin llave y sé que nada me faltará; fíjense que en mi pueblo, los granjeros dejan las Amaroks en marcha, afuera de la Comuna, cuando pasan por algún trámite…. Añadió aún: Siempre les digo a los jóvenes de mí pueblo, Muchachos, estudien y no se dejen llevar por las mentiras de C y L B… 

Bajé la cabeza y hundí la nariz en el mate cocido. Augusto lo miraba a la cara; no vi qué hizo Daniel; Diego destacó: ¡Setenta años, qué bien los lleva! Con lo cual la charla, gracias a esa inteligencia, derivó por el lado de lo longevo y no de lo ... que el tipo es.

Al rato de escuchar su monserga, le pregunté, En qué pueblo vive, Señor; Abramo, me dijo y aclaró: Abramos pero sin ese. Y en realidad es Abramo por Fernando Abramo, un civil extranjero que acompañó a San Martín a guerrear sobre Chile y Perú; herido varias veces, fue condecorado y acabó sus días como capitán mayor del ejército Argentino. Espero que no limpiando de indios la pampa… Antes de irse, el tipo acotó, Voy al cumpleaños de mi madre, a Campana…

Después de semejante desayuno nos fuimos picando al CUCh, a escuchar la charla de la doctora Andrea Sánchez Saldías, la astrónoma y pedagoga oriental que tuvo el privilegio de organizar los contenidos de la currícula albiceleste, la cual incluye astronomía en ambos ciclos -inicial y secundario. La exposición me gustó mucho, aprendí con cada frase algo valioso y sé ahora que Uruguay nos lleva esa ventaja en educación. Creo absolutamente que la astronomía es una herramienta impar para educar.

Después de la doctora Andrea fue el turno de Musso. Sebastián expuso sobre cómo enseña astronomía a los no videntes, pero perdí media charla por dar una mano a Armando, quien debía finiquitar trámites en diversos puntos de la ciudad y andaba de a pié. Mientras lo esperaba a una cuadra del correo, aproveché para cargar el tanque en una Eso. Todos los coches se repantigaban tras dos surtidores y un tercero yacía libre. Allí aparqué y cuando llegó el empleado, dijo,

Mire, señor, que esa es la cara…

Plata es lo que sobra, amigo, ¡llénalo, nomás!

Así me gusta, dijo y nos reímos los dos. Cuando fui a abonarle - cuatrocientos- sin darme cuenta le di de más. El tipo contó siete Rocas y me dijo, Pero… a lo que yo,

¡¡¡Viste, plata es lo que sobra!!!

A mi regreso comenzó la puesta de Diego Bagú, director del planetario de UNLP. Un capo el tipo. Habló sin una cifra y con mucha palabra de la gente, siempre sonriendo, siempre feliz de contar lo que hace con amor.

Cuando en tren de divulgar se habla con palabras de libros, en realidad tropezamos con el mismo escollo que algunos profesionales que no le llegan a la gente ni que se tiren en paracaídas sobre la tribuna del Maracaná, en plena final. Tomo por caso la corrección Tycho por taico. ¿Cuántos aficionados sabrán que Taico es en realidad Tycho? Recuerdo cuando cursaba filosofía, en segundo año de literatura me sabía la obra completa de Descartes y sin embargo el profe insistía en cada clase con el pensamiento de un tal Degaar. Tanto rompía las ... con ese tío que un día alcé la mano y dije, Profe, ¿Quién es degar? Y el tipo, atónito y delante de la clase: Degar es Descartes, Galarza… ¡Joder! me perdí medio año con esa dualidad, más compleja para mí que la de las ondas que son partículas, o de las partículas que son funciones, o de la energía que es masa, y podría seguir. 
La cosa fue que don Diego sonrió con cada frase mientras contó cómo se las ingenian para darle vida al planetario, fue su sencillez no desprovista de idoneidad fue lo que más me gustó.


La vida del astrónomo aficionado es imprevisible. Hace cosa de un año acudí a una juntada organizada por Claudio Martínez en San Antonio de Areco. Quería conocer a un par de gentes y de yapa me traje un amigo de lo mejor: Ignacio,  quien está casado con Rosana, oriunda de Chivilcoy. Precisamente, ambos acababan de arribar en vuelo chárter y un sms me invitaba a que almorzáramos juntos en casa de su suegra, Telva, de noventa y dos añitos, aunque confiesa veintinueve. Avisé a Armando que esta vez le fallaba a Oliva y me zampé para la calle Salta.

Amigos, amigas, hasta ahora solo hablé bondades de esta bella ciudad, más, aprenderte el orden de sus calles es apenas más sencillo que dominar la relatividad general, pero mucho más complejo que saberse la especial, teoría de salón que he explicado hasta a las vendedoras de artesanías al pie del trópico, en Huacalera, Jujuy. Que por algo le llevó a Einstein catorce años llegar a aquella aun teniendo esta. Por ello, en Chivilcoy los viejos no padecen amnesia, y al que se le ocurre padecerla duerme en las calles, o es hallado después de batidas organizadas por los vecinos, similares a esas que vemos en pelis yanquis cada vez que un serial killer ha hecho desaparecer  a alguien en el bosque. Créanme, Una misma arteria puede llamarse ora Jaimito, Pedrito y Luisito ¡en un tramo de diez cuadras! Si a veces pienso que la afición astronómica a toda esa gente le nace por vivir en un ejido asentado sobre la teoría de cuerdas, donde, es sabido, asegún como vibre una calle esta se llama mesón, fotón o bocón.

¡Santa madre! Ante tal intríngulis, vi una joven y le solté: ¿La calle Salta…?

Apenas veinte minutos después estaba frente a la casa. Me abrió Ignacio y nos dimos un abrazo. El tipo es de ley y había cortado queso y salame: ingredientes, se le decía. La Señora Telva me recibió de pie, tomada de su bastón, me ofreció su mano firme. Le di un beso y me dijo, Se tuvo que agachar un montón. En la mesa, pedí sentarme a su lado aunque había un plato vacío allí. Pronto llegó Yamil, en efecto, sobrina de la Reyna de casa. Hablamos de teatro –Yamil enseña actuación- de la obra La isla Desierta, del gigante Arlt, en su puesta para ciegos. Hablamos de Borges y de Sábato, de sus tardíos deslices sociales, de sus tempranos aciertos literarios. Recalcó Ignacio -y hube de darle razón- que Uno y el Universo es uno de los mejores libros del físico devenido moralista, y contó luego sobre Borges, el modo en que, con los años, modificó su poemario para librarlo de toda alusión afín a las masas. En fin, hablamos de todo lo que hace feliz a hombres que no miran tv: los amigos, las mujeres, los hijos y nietos, el rico vino, y sobre un pollo al horno que mamita mía, casi me rinde y me quedo sentado hasta las siete ahí, deleitado con los pimientos asados, y los muslos tiernos, y las papas… Ay, se me hizo agua la boca.

En un momento tomé la botella y ofrecí escanciar a Telva, quien galante sonrió al declinar; serví entonces a Rosana y luego a Yamil y, entonces, la mujer más bella y más joven del mundo, dijo, Bueno, por favor servime, le serví y dijo, 

No iba a tomar, pero me dio celo que les sirvieras a ellas…

A las dos nos fuimos para el parque, con Ignacio. Y Rosana llegó después.



En la primera nota de este viaje dije que al fin me han pagado tanto esfuerzo, tanto andar los cielos de dios con un refra a cuestas (o cuatro), tanto montar el circo de teles en cualquier plaza o patio de escuela. La historia que sigue es veraz y no forma parte de ficción alguna, como no sea la de nuestras vidas, vistas a través del cristal del tiempo por un espectador superior.

Todo comenzó hace un año. Armando había invitado a otro de sus constantes denuedos en pos de difundir astronomía. Me tocó dar una charla a unos pibes, se entusiasmaron en especial dos, al punto que el resto de días no nos abandonaban ni para mear, y uno podía verlos mirar Orión con las piernas como el ADN de tanto aguantarse, los pobres; de seguro ignoraban que ese guerrero había sido concebido con una displicente meada de su padre, y de ahí su nombre. Uno de estos pibes es Santino. El pasado año le presté mi telescopio y le enseñé a buscar estrellas y a seguirlas. Antes de irme le dije, Santino, si querés aprender y mejorar rápido, tenés que llevar un registro de tus observaciones, tenés que acostumbrarte a dibujar todo lo que observes, así tu mente irá aprendiendo de los dibujos y cada vez interpretará mejor aquello que vea. Bien, me fui. Allí quedó él, con su futuro delante, y yo ni sé qué hice, tanto divulgar por el país y la provincia. Este año volví, y la primer noche lo encontré, como antes dije. Y él me dijo, sabe, le hice caso. En qué, pregunté. En llevar un registro, dijo y le pedí sus dibujos, los cuales ahora me ponía enfrente.

Di entonces con mi pago. Santino puso ante mis ojos el diario más detallado, completo y maravilloso que uno pueda imaginar. Se compró una agenda del año, y cada día dice, hoy leí esto y hoy aquello, anoche observé esto y hoy lo otro, y, por ahí, hoy no observé porque estaba nublado, y así hojas y hojas sin solución de continuidad. Comencé a pasarlas y me maravilló la luna con su Taico tan nítido como mi telescopio de 300 milímetros en un saguán. El cráter más bello de la Luna borroneado con una goma filosa.

Le dije, esto es…
Sí, me dijo, miré un video para aprender a difuminar.

En fin, la obra de un artista, la de un astrónomo consumado a los doce años de su edad. Cuando vi el Júpiter del jueves casi lloro, era la mismísima imagen que había visto por mi querido Luz del Cielo, el LX90 de 8 pulgares. Allí estaba el coloso y allí sus cuatro lunas, en el perfecto sitio en que las había visto.

Santino tiene garantizado su futuro. Como lo tendrían todos los niños de este país si hubiera menos médicos educados en los EEUU estacionando Amaroks frente a las comunas locales. Pero al menos él ha zanjado su dilema, será un científico, será un hombre aplicado. No dudo que será feliz, y con él los seres que le traten.

Porque la felicidad verdadera es eso, ver felices a las personas queridas.

Sergio Galarza

III jornadas astronomía y escuela. Chivilcoy. 2016

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